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Líder educativo

Conoce cómo su liderazgo impulsó la creación del Tec de Monterrey y una de las iniciativas culturales más significativas en la historia de Nuevo León.

La educación lo puede todo: el Tecnológico de Monterrey

Eugenio Garza Sada creía que la educación lo puede todo. Pensaba que trabajar y ahorrar no era suficiente si la gente no tenía un mejor medio para la movilidad social. Una vía para lograrlo debía ser la educación, pues por medio de ella se puede acceder a mejores oportunidades de empleo, crecimiento y realización personal. 

 

Por ello, el empresario fue el fundador y patrocinador de escuelas de calidad internacional de todos los niveles educativos, desde el preescolar hasta la universidad y el posgrado. Se preocupó porque los estudiantes aprendieran principios éticos y desarrollaran un enfoque social y humanista. 

 

Debido a este trabajo comprometido, Eugenio es la única persona que, sin ser maestro de profesión, fue nombrado Benemérito de la Educación de Nuevo León.

Su primer trabajo: la Cervecería Cuauhtémoc

Benemérito de la educación

Eugenio Garza Sada fue nombrado Benemérito de la Educación de Nuevo León, de forma post-mortem, en 1988, por la LXVIII Legislatura del H. Congreso del Estado. 

 

Consideró que la educación, así como el arte y la cultura, era un pilar en la formación individual y social de una persona, por lo que su promoción era indiscutible. Por su impulsó a la educación, fue la única persona que recibió este título sin ser maestro de profesión.

Otras iniciativas: promotor de arte y cultura

Eugenio Garza Sada fue un decidido promotor de la cultura y el arte. Consideraba que ambas manifestaciones eran indispensables en la vida y formación de una persona, así como para el disfrute estético. En 1948 apoyó la creación de la Sociedad Artística Tecnológico (SAT) en el Tecnológico de Monterrey, proyecto propuesto por el ingeniero José Emilio Amores.

 

Ante la poca oferta de funciones de arte y cultura de calidad en Monterrey, Amores fue a la Ciudad de México para invitar a la mejor orquesta del país, que para entonces se encontraba en el Palacio de Bellas Artes.

 

El profesor del Tec de Monterrey estaba emocionado, pero volvió con el corazón roto. El director de la orquesta capitalina se negó a presentarse en Monterrey, diciendo que “los grandes artistas no se presentan en ciudades sin importancia”. Al enterarse de esto, Eugenio Garza Sada le dijo a Amores: “si los mejores del país no quieren venir a Monterrey, traigamos a los mejores del mundo”. Así nació la SAT.

 

En poco tiempo, el proyecto rindió frutos. Tan sólo en sus primeros siete años, la Sociedad realizó ochenta y cuatro conciertos y treinta y dos exposiciones de artes plásticas con los exponentes número uno a nivel mundial. Con el apoyo económico, la institución fue capaz de traer a artistas y espectáculos de nivel internacional por primera vez a Monterrey.

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